En Perú, la música electrónica se escribe con luz. Far Away celebró su décimo aniversario con un concepto que trasciende la fiesta: un espectáculo construido sobre paisajes, narrativas visuales y la potencia técnica de CHAUVET Professional y la creatividad de “Ruzito” Ramírez Calvo. Lo que comenzó como una apuesta alternativa hoy es un manifiesto cultural, donde cada luminaria es parte de una identidad que crece con la misma fuerza con la que late la escena electrónica peruana.

Hay festivales que se celebran, y hay festivales que se construyen.
Far Away es de los segundos.
Lo que comenzó hace diez años como una apuesta por conectar música, naturaleza y experiencia inmersiva, hoy se consolida como uno de los eventos más potentes de la escena electrónica peruana. Y en esta edición aniversario, la puesta no fue solo una celebración: fue una declaración de principios.
Con un despliegue técnico a la altura, con escenarios integrados al paisaje, las visuales bien pensadas y una iluminación que marcó el pulso, el equipo de DBLUX volvió a decir presente con tecnología de última generación de CHAUVET Professional y un soporte dedicado en cada paso.
El diseño de luces, que fue liderado y programado por el diseñador de iluminación John Álex Ramírez Calvo, apuntó a elevar el impacto visual sin perder fluidez ni control. Cada movimiento, cada transición, cada color, respondió a una narrativa pensada para acompañar la música con una atmósfera viva.
La participación en Far Away no es nueva para DBLUX. Andrés Cuadros, gerente general de la compañía, lo explica con claridad: “Se trata de un cliente que trabaja con nosotros hace cuatro años haciendo este evento, el festival Far Away, que coincide con el 28 de julio, que son las fiestas patrias de Perú. Siempre le hemos proveído equipos de sonido, iluminación, energía y video. El cliente siempre queda muy contento y para nosotros es muy importante participar en eventos de esta magnitud.”
Para DBLUX, el festival no solo es una vidriera técnica, sino también una plataforma que valida el rumbo de su visión comercial. “Estamos sumamente contentos con los productos de Chauvet. Aposté por tener toda la nueva serie Maverick Storm, y la verdad es que nos ha ido de maravilla. Como se ve en las fotos, se lucen mejor que ningún otro equipo disponible”, destaca Cuadros.
Y agrega: “Nunca he encontrado resistencia por parte de los iluminadores cuando propongo usar estos equipos; al contrario, siempre se retiran agradecidos, sobre todo por la calidad, las prestaciones y la libertad creativa que les proponen”.

De la idea al escenario
Pero detrás del diseño, hubo también una visión compartida. Una confianza en los sistemas, un respaldo humano y técnico que trasciende el alquiler de equipos.
La historia de esta edición no solo se cuenta desde el escenario: se cuenta desde quienes la hacen posible. John Álex Ramírez Calvo, aunque todos lo conocen como “Ruzito”, empezó su carrera mucho antes de tener una consola entre las manos. “Trabajo desde los 15, 16 años montando equipo de iluminación”, recuerda.
Comenzó en el mundo del rental, entre cables, estructuras y convenciones. “Yo empecé en rental, acá en Lima, montando, ayudando, instalando. Y ahí poco a poco fui aprendiendo de cada uno”, cuenta. Vivió de cerca la transición de una era: “Justo estaba en la temporada de pasar de los convencionales, como los Fresnel o los Elipsoidales, a las luces automatizadas”.
Esa transición técnica marcó también su evolución como profesional. Luego de varios años en montaje, se animó a programar sus primeros shows. “Después de tres o cuatro años recién comencé a generar proyectos más chiquitos, corporativos. Pero mi evolución no se detuvo: llegué a trabajar con bandas nacionales, y con el tiempo, me fueron solicitando en escenarios más grandes”.
Para Ruzito, no hay jerarquías cuando se trata de dar lo mejor. “Para mí, todos los trabajos tienen el mismo valor. Ya sea un festival grande o una banda en un show más chico, siempre los encaro con la misma seriedad y profesionalismo”, y no lo dice como frase de ocasión: lo sostiene con una ética constante en su carrera.
“La sensación de llegar a las personas con mis diseños es siempre la misma, esté en un gran main stage o en un escenario más pequeño. Trato de sacarle el máximo a cada equipo, porque lo que me inspira y me impulsa es lograr que el show se vea increíble, tenga muchas luminarias… o solo unas pocas.”

Far Away, una realidad cercana
El ingreso de Ruzito al equipo del festival no fue planificado. Todo comenzó con una propuesta directa durante un montaje: “Llegué al Far Away por un amigo… el promotor, Carlos. Estaba en un montaje trabajando con un rental, se me acercó y sabiendo de mí pasión me preguntó sin rodeos: ¿te gustaría programar en el festival? Y dije, sí, claro, encantado”.
Ese primer reto fue también una señal de confianza. “Y directamente lo dejó en mí… me dijo: ya, tú programa, te encargas de las luces”, relata con una sonrisa. Con esa premisa comenzó una relación que crecería al ritmo del propio festival, que con el tiempo se convertiría en un referente de la escena electrónica peruana.
Para Rusito, el lazo se transformó en algo más que un proyecto puntual. Hoy trabaja junto a la productora de Far Away en múltiples producciones con artistas internacionales. Ya lleva iluminándolo 7 de los 10 años que tiene el evento.
“Esta edición del Far Away me hizo muy feliz… la expectativa fue muy grande, metimos muchas luminarias… y la verdad quedó bonito”.
Un concepto y la luz de CHAUVET Professional
John Álex Ramírez Calvo no duda: la propuesta estética del festival siempre estuvo ligada a una narrativa visual. “Siempre se ha tratado de construir en torno a un animal”, explica. Y esa evolución se refleja en cada edición: “Empezamos con una abeja, después vinieron una cobra, un pulpo y un ave de alas abiertas, no recuerdo todos” informa riendo.
Por el 10° aniversario, el concepto fue claro: reunir toda la historia visual del festival en una misma puesta. “Queríamos que todo se vuelva algo orgánico, como una selva”, cuenta Rusito. La propuesta tomó forma con una pantalla curva y panorámica que integró a todos los animales diseñados en ediciones anteriores.
La historia de Ruzito con CHAUVET Professional comenzó desde sus primeros pasos en el montaje técnico. “Conozco la marca desde que empecé a montar… usaba el Q-Wash 560Z, los Legend, los R2 Wash”, recuerda. Desde entonces, su vínculo con la tecnología fue creciendo a la par de su carrera.
El punto de quiebre, sin embargo, llegó con el lanzamiento de la línea Maverick, primero las MK1 y luego las Maverick Storm. “Fue un salto muy grande”, asegura. “Lo que más me convenció no fue solo la potencia, sino la versatilidad real que ofrecen. Son muy híbridos… en este tipo de trabajos, son muy fuertes, muy rígidos para poder trabajarlos y llegar a la expectativa de un show”.
Más allá del rendimiento técnico y la potencia, para Rusito hay una dimensión estética que hace que trabajar con luminarias Chauvet sea también una cuestión de confianza creativa. “Me encanta el prisma, es muy definido”, destaca. Esa nitidez le permite crear efectos visuales impactantes sin necesidad de usar grandes cantidades de equipos. “Los gobos son increíbles, cuando combinas uno con otro, se genera una animación muy chévere”,
Para esta edición aniversario del Far Away, el diseño de luces incluyó un total de 198 luminarias de la marca Chauvet, entre ellas 88 Maverick Storm 1 Hybrid, 32 Maverick Storm 3 Beam Wash, 36 barras Colorado PXL Bar 16 y 42 unidades Maverick MK1. Esta combinación de luminarias permitió una cobertura dinámica, versátil y contundente, tanto en los efectos visuales como en la potencia general del show.
Esa capacidad se vuelve aún más valiosa cuando el contexto no es un festival masivo, sino un espacio más reducido. Ruzito recuerda una experiencia reciente en un teatro: “Con ocho luminarias CHAUVET Professional hicimos un show increíble… la producción se quedó contenta porque no pensó que iba a resultar”. Y concluye con una certeza que define su elección: “Para mí, como LD y programador, se me hace muy fácil si me llega el rider con la marca de Chauvet… yo estoy tranquilo”.
Entre los equipos que más destacaron en esta celebración, Ruzito señala con entusiasmo los Colorado PXL Bar 16. “Me quedé impresionado por lo que ví en vivo. Hicieron un barrido increíble sobre la cabeza del público. Los puse tan lineales que coloqué unos híbridos encima por si acaso, ¡pero no hizo falta!”.

Más allá del impacto visual, lo que más lo impresionó es la respuesta cromática: “Es un equipo muy potente. Los colores son muy definidos, la paleta responde perfecto tanto para pasteles como para colores sólidos. Llegó a la expectativa que tenía como programador”.
Para Ruzito, cada edición del festival es un nuevo desafío. No desde el conflicto técnico, sino desde la exigencia personal. “Siempre para mí es un reto, un empuje más, un escalón que debo pasar. Como programador vivo el show, pero después veo las fotos, los videos, y digo: llegamos”. Lo dice con orgullo genuino, consciente de la evolución del festival y de su propio camino profesional. “El Fa Away es un producto peruano. Hemos crecido bastante, y es bien visto por muchos colegas, dentro y fuera del país. Siempre caen las felicitaciones, y yo, agradecido”.
Desde la mirada del dealer de Chauvet, DBLUX, el crecimiento del festival es también una muestra de la evolución del mercado técnico en el país. “Desde el año 2007, cuando con la reaparición de Soda Stereo todo el mundo volteó a mirar al país como una nueva plaza importante, nos hemos posicionado bien”, declara Andrés Cuadros.
“Y dentro de ese proceso, Chauvet ha sido un puntal importantísimo. Trabajamos con la marca desde sus primeros equipos profesionales, y siempre tuvimos el mejor soporte. Incluso directamente con Albert Chauvet.”
Para DBLUX, acompañar eventos como Far Away es parte de una apuesta a largo plazo: ofrecer tecnología, sí, pero sobre todo generar confianza. “Cada proyecto es una oportunidad de demostrar que los equipos responden… y que nosotros también. Ese es nuestro rol en la cadena”, resume Cuadros.
El soporte humano también es parte de lo que marca la diferencia. Para Ruzito, trabajar con el equipo de DBLUX es mucho más que recibir equipamiento técnico. “Tengo una buena comunicación con Andrés Cuadros, que es una gran persona. Siempre que he hecho proyectos con ellos, la empresa ha sido muy colaboradora. El soporte es excelente, están con las ganas de apoyarnos, pendientes de cada detalle”. Y completa, con gratitud sincera: “Por eso es la más grande de Perú, porque más allá del equipo, hay un grupo de personas profesionales, generosas, que te empujan. Siempre estoy agradecido con ellos, de corazón”.
Un lugar llamado Far Away
Más que un trabajo, Far Away se convirtió en un espacio de pertenencia para John Álex Ramírez Calvo. Un lugar donde la técnica se mezcla con los afectos, y el crecimiento profesional va de la mano con la evolución personal. “Más allá de ir a un trabajo, es mi casa. Estar ahí, con todos mis amigos, es como una familia. Llego al front of house y es como mi cuarto. Miro mi show como si estuviera viendo cine, lo disfruto así”, confiesa con emoción.
Su mirada es clara: cada festival, grande o pequeño, tiene su valor. “No hay necesidad de tener mil luminarias para hacer algo importante. Todo lo que uno tiene, se puede aprovechar al máximo”.
Y en ese camino, Far Away le ofreció algo más: “Gracias a cómo va creciendo el festival, yo también voy creciendo profesionalmente. Innovamos constantemente, y eso es lo que más me impulsa.”
